Balance en la pelicula Batman (El Caballero Oscuro)













Cuando mi marido me dijo un día que tenía que ver Batman, me reí cínicamente diciéndole que soy demasiado buena para este tipo de películas. Me dio una conferencia entera sobre el efecto de la revolución industrial en el arte de principios del siglo XX, vanguardia artística, futurismo y la ciencia ficción como una rama de la mitología occidental moderna post industrial. Personalmente, me pareció una manera muy complicada de decir que tenía ganas de ver una película de superhéroes. Pero la verdad es que mirando a Batman como a un mito, no lo pasé tan mal. Digo un mito, porque estamos hablando de una leyenda donde las protagonistas llevan una máscara y una máscara es un aviso de que lo que estamos viendo es simbólico, es decir que nos encontramos en el campo de lo mitológico. Lo mitológico nunca es exterior, sino que lo mitológico habla siempre sobre nuestro interior y las máscaras nos recuerdan continuamente que los personajes que las llevan no son más que aspectos de nosotros mismos.

En este caso, una de las máscaras en la película evoca la imagen del caos. El Caos, entre otras cosas, es la imposibilidad de predecir la consecuencia de nuestras decisiones; es la incapacidad de entender o controlar los eventos. La otra mascara, es la oscura máscara del control. La dinámica entre las dos máscaras es un reflejo de nuestra lucha interior diaria.

En la película, cuanto más la policía se esfuerza en invocar a la máscara del control (véase: batman, el hombre murciélago) más se complica la situación. Con cada nueva estratagema, aparece una nueva e inesperada forma de descontrol. Un nuevo desorden, que nace siempre de las formas del último plan de control. El desorden nace del mismo intento de control. Cuando el Caos es finalmente encerrado en una celda, la cárcel entera acaba explotando, porque encerrar al caos (véase: al “joker –bromista”) es, en realidad, una mala broma: una incongruencia.

Todos tenemos una idea muy clara de cómo queremos que las cosas salgan en nuestra vida, queremos incluso controlar los eventos, nuestros pensamientos y cuerpo. Pero con tanto control, ¿no perdemos el elemento de la sorpresa? ¿Cuándo intentamos controlar reamente nos permitimos jugar, experimentar, improvisar y alocarnos?

En el yoga, cuando intento “controlar la mente”, he comprobado que si me digo: “no pienses X” lo que suelo ver, es una gran X delante de mí con un signo de negación cubriéndola. Es como el juego conocido de decirle a un amigo “no pienses en elefantes rosas” para hacerle precisamente pensar en elefantes rosas. El yoga no es ni control, ni descontrol, el yoga es más bien el equilibrio delicado entre dejar que las cosas pasen y hacer que estas pasen.


Cómo Krishna dijo a Arjuna: ¨Estos actos han de practicarse; pero hay que renunciar al fruto de los mismos.¨

Bhagavad Gita, capitulo 18




http://www.youtube.com/watch?v=91_RgEvHE3U

My favorite scene:

http://www.youtube.com/watch?v=GZyMCm-NFB0&playnext=1&list=PL129CE544D3D9BD41&index=5